14.6.16

Apreciar el arte

por Mariano Akerman



APRECIACIÓN DEL ARTE: DISFRUTAR A MEDIR
por Mariano Akerman

El artista precisa crear una nueva realidad y no meramente imitar la ya existente; a veces hablar de arte es tan necesario como lo es el danzar a la arquitectura. Estas palabras le decía quien escribe al periodista Anwar Abbas durante una entrevista en Islamabad en 2008. Nótese el uso del "A VECES".

Porque eso sólo es válido A VECES. Otras NO.

Cuando tenía cinco años un día observaba yo con interés un libro escrito en mandarín, al que luego habría de conservar conmigo durante unos diez años. En ese momento yo todavía no había aprendido a leer. Pero recuerdo el gran interés que los caracteres chinos despertaron en mí. Sin aún ser conciente de ello, había yo descubierto en ellos un enorme estímulo estético-expresivo. Me gustaban por su diseño sutil e interminable variedad. Yo los aprecié no por lo que SIGNIFICABAN sino por lo que ERAN.

Estaba literalmente fascinado con la textura del texto.

A diferencia de quienes sufren del perenne síndrome del crítico de arte, yo pude entonces deleitarme con ellos sin necesidad de tener que entenderlos.

Cada persona es libre de interpretar el arte como se le antoje, según lo sienta y en función de su propia naturaleza y nivel de educación. Las mismas imágenes nos afectan a todos de distintos modos e incluso una misma imagen puede afectarle a la misma persona de diferentes maneras en tal o cual etapa de su vida. Debido a ello rarísimamente existe un consenso absoluto respecto a la obra de arte y, especialmente si se trata de un trabajo sugestivo, uno que busca, como decía Bacon, abrir las válvulas de la sensación.

La función de quienes escribimos acerca del arte tiene a su vez que ver con la consideración de determinados factores extra-pictóricos, es decir, aquellos que a primera vista no son detectables en la obra. A saber: contexto histórico, incluyendo la relación del autor para con tiempo y espacio, pero también su propio interior al momento de realizar el trabajo, así como también otros tantos socio-culturales.

Lo cierto es que generalmente el espectador no necesariamente es siempre un entendido en materia de arte, ignora casi inevitablemente no pocos de los factores extra-pictóricos y, en el mejor de los casos, no es un mediocre y por consiguiente está el mismo en pleno estado de transformación. De todo esto se desprende que indudablemente no puede haber una explicación que cubra todos los aspectos enumerados.

Con todo, quienes escribimos acerca del arte no intentamos rendirle cuentas a nadie. En la medida de lo posible tendemos a ampliar el horizonte perceptivo nuestro y del espectador. O bien atar algunos cabos que permitan no una “explicación” sino una “apreciación” más ajustada e incluso más justa del hecho pictórico.

Parafraseando a Stéphane Mallarmé, a quien seguidamente parafraseo, emerge que: DEFINIR la obra de arte es SUPRIMIR en el espectador dos tercios del PLACER que el mismo experimenta en su proceso de descubrirla. "SUGERIR—¡ese es el sueño!"

En lo que respecta a los potenciales "críticos de arte", que juzgan lo que venga sin conocimiento de causa ninguno, dedícoles el óleo de Cornelius von Max de 1889, y les pregunto: mis respetables, ¿cuáles son vuestros criterios evaluativos? Porque mandarín yo no comprendo y nada he opino al respecto. Sólo me gustan sus caracteres.

El veredicto de los expertos
¿Podrían ellos apreciar el arte de lo imaginario?

Les recuerdo a los expertos además aquello que bien ya reza el latín: DE GUSTIBUS NON EST DISPUTANDUM.

Ondulante
Mariano Akerman, 2001
lápiz color

Y si “por los frutos los conoceréis”, bueno es que concluyamos aquí expresando que en tanto que el hombre sea libre, la LECTURA de la obra de arte no puede sino permanecer SIEMPRE ABIERTA.


Recursos
Akerman y lo Imaginario
Espacio Alcázar
Expresiones en Copacabana

4 comments:

Yaya said...

Aquel Mariano de 5 años quedó atrapado por la estética de los ideogramas, por la forma independientemente de su función. Luego viene el aprendizaje y, como citaba Anthony De Mello, "I got a pretty good education. It took me years to get over it."

akermariano said...

Así es Yaya, apto aquí es tu pensar. Ideogramas no obstante resulta ser un término impensable para esa edad. Quedé fascinado. Atrapado quedás vos ante la presencia de tu jermu ( ! ). Te retrotraés además al interesantísimo asunto de qué pasa entre la forma y la función. Churley: "Si la forma sigue a la función eso es porque la función la lleva con correa. Pero si la forma persigue a la función, entonces la función tiene un problema".

Yaya said...

Mesmerizado, tal vez... Personalmente, y en términos concretos de arquitortura, nunca estuve con la postura machacada una y otra vez de la forma y función tan interdependientes. Hay una lógica, sí..., pero la creatividad va más allá y las sensaciones/emociones que transmiten la belleza, la proporción (medida o desmedida), la espacialidad, el color, la luz... todo grita otra cosa. En definitiva, el juez supremo y final de cualquier obra (de cualquier cosa, arriesgo) es el lego. El niño de 5 añitos y el underdog que tienen la última palabra: es lindo o es feo, cómodo o incómodo, me encanta o lo detesto, etc.

akermariano said...

Es verdad Yaya. Eso es lo que en definitiva no nos deja indiferentes. Si bien no podemos generalizar, así es. Pero existen no obstante especificidades y criterios que permiten sustentar tal argumento incluso más allá del plano subjetivo. Una cosa es el gusto personal y otra es el valor en función de parámetros que por supuesto no están desconectados de ese sentir a flor de piel inicial al que vos te referís.